miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Es sencillo lograr lo que queremos?

No podemos ser felices por completo. Somos insatisfechos porque no existe lo entero: siempre habrá más por descubrir, por lograr, por alcanzar. Ahí se diría que nada puede ser tan certero y tan cierto como la muerte, pero ni aun así estamos seguros que esa sea un fin del todo, pues todavía podremos creer en que las cosas no pueden acabar de ese modo, que tenemos otra vida que vivir, fuera de los espacios terrenales y mortales. Entonces si sabemos que la dicha no puede ser completa, ¿por qué somos tan insatisfechos con lo que tenemos?

Siempre estamos motivados, la misma vida es un motor que nos permite estar vivos. Pero si no quisiéramos vivir, si no estuviésemos felices, si no pudiéramos lograrlo, podríamos pensar en acabar con ella. La vida es así de frágil, si tú quisieras, podrías acabarla de sencilla manera y muchos optan tomar soluciones como esta. No les puedo reprochar, a veces las cosas no salen como deseas, no pudiste saciar las ganas de vivir y sin eso, pues no sirve de nada respirar, comer, pensar, sentir tus latidos, no sirve nada. Pero es contradictorio. Si no estuviésemos insatisfechos, no viviríamos motivados.

A veces podemos sentir que tenemos mucho, pero sin pasión no vale la pena luchar.

Si te sientes cansado, pues buscas descansar. Si tienes hambre, buscas que comer. Si quieres salir, te pones a caminar. Suena sencillo. Muchos explicarían eso con un efecto que se produce a nivel orgánico, gracias a unas enzimas que se producen en el cerebro que emiten esas alertas de saciar una necesidad, además de unos procesos metabólicos  que nos permiten estar en función activa para ser seres activos y realizar las actividades voluntarias e involuntarias propias de nuestro organismo. Esa justificación es lógica: nosotros como un organismo viviente, necesitamos de medios y de suplir algunos requerimientos para seguir en estado vivo. Esa clase de insatisfacción es involuntaria y propia de todo ser viviente.

Pero, ¿y si te sientes triste?, ¿si estás ilusionado por conseguir algo?, ¿si quieres poder enamorarte? Ya no es tan sencillo justificar esa clase de insatisfacción. Allá es cuando dejamos de lado nuestro lado instintivo y corporal para poder analizar nuestra parte mental y más aún nuestra parte emotiva: la parte no tangible de nosotros.
Siempre estamos en la búsqueda de saciar las necesidades descritas, pero afectivamente no siempre puede ser suplida esa búsqueda y por ende puede presentarse la insatisfacción. Estamos esperando que las cosas salgan como se han planeado, como hemos querido construirlas y como las hemos recreado en nuestra mente pero el hecho de no poder saciar la necesidad genera un sinsabor que puede ser ligero y sin mucha trascendencia o puede llevarnos a tomar grandes decisiones en nuestras vidas. Estas necesidades son los factores que nos motivan a tomar muchas de nuestras decisiones que diariamente estamos tomando, pues la misma vida es una decisión constante que nunca cede.

Igual, si se han logrado las metas trazadas, ¿por qué no podemos ser felices completamente? Nuestra ambición nos permite pensar que las cosas siempre pueden estar mejor de lo que ya están. No es solamente un querer mejorar, es también inherentemente una forma de demostrar que somos capaces de ser mejores, de poder lograrlo que queremos y de saciar siempre nuestras necesidades. La felicidad completa es falsa, solo es un efecto realización esporádica que nos llena y que sacia ese espacio mental. Así mismo como un organismo viviente, este nunca podría dejar de requerir al menos algún elemento que le permita seguir viviendo. Así son nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestro ente incorpóreo: requieren de ser alimentados para que sigan en estado activo y que sigan coexistiendo con nosotros.

Entonces, ¿será posible lograr llegar a la meta final? Eso solo lo sabe cada uno de nosotros. Las metas con tan subjetivas como la cantidad de personas vivientes. Cada perspectiva es diferente, no podría ser global, y aun así esos pensamientos se renuevan a cada instante. No podemos predecir cuándo y en qué momento podemos dar por cerrado un pensamiento, pues siempre algo te permite recordarlo, modificarlo y completarlo. Esa información no para de estar en constante construcción.

 A veces logramos con orgullo lo que perseguimos, pero siempre queremos llegar más alto.

¿Y cuál sería la solución ante la insatisfacción? Pues no existe una solución, pero si tomar con calma las cosas de la vida y de tus pensamientos sería un aliciente. Es normal que siempre estemos produciendo ideas, juicios, planes, en fin, cualquier proceso propio de nuestro cerebro y es normal que no podamos explicar con satisfacción todo lo que nos puede cruzar por la mente: esto es un axioma que es irrefutable, pero si podría decir con certeza que debemos seguir adelante en la búsqueda y realización de nuestras necesidades emocionales. La felicidad completa no existe, pero si podemos estar tan cerca de ella como nosotros queramos y como nosotros deseemos estar. Esa es una insatisfacción latente, pero también es una impulsora de seguir adelante que nos permitirá lograr grandes cosas.

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