miércoles, 22 de junio de 2011

Desconexión.

¡Que tranquilidad! Está sonando en mi reproductor Dead - Zoé. Hace bastante que no tomaba un corto viaje justamente para sentirme lejos de todo, de mis problemas, de mis preocupaciones, de mis amigos y familiares, de todo. Además, no hay muchas cosas cerca, apenas el pueblo se encuentra a unos 10 minutos a pie, pero con el frío que está haciendo por acá, es preferible quedarme sentado en esta cómoda silla, con una lamparilla a mi lado, con mi amigo al otro lado callado leyendo algo de El Tiempo y yo de observador viendo como se pone la tarde por la ventana de la sala.

Son las 6:00 PM en punto, ¡wow, qué puntual! No es un retiro, pero es lo más cercano a poder pensar con tranquilidad algo de mi situación actual. Siento que mis ideas no se encuentran en orden, como a mí me gusta, todas encajadas por temas para así poder encontrarlas fácilmente.

Será lo más parecido a la tranquilidad, al relax absoluto, a una gran satisfacción por disfrutar de espacios en silencio, en lugares donde se te permite disfrutar del pensamiento, de la música, de un ambiente tranquilo, lejos de tantas perversiones propias de la ciudad. Tengo celular; tampoco quiero desaparecer, igual muy rara vez suena un domingo.

Es curiosos ver los cambios del entorno, un momento es lleno de edificios, gente corriendo, el pavimento, el smoke de los carros. Y de repente, veo gente tranquila, algunas gallinas, perros corriendo, una vaca cruzando la carretera, una cabra echada y mucha vegetación propia de esta zona fría. A veces nos volvemos tan dependientes de nuestro entorno que olvidamos que hay muchos otros, que te brindan también una satisfacción; un momento de paz no debería negárselo nadie.

Se siente extraño poder estar pensando sin muchas distracciones, en este caso poder escribir con tanta facilidad. El internet usualmente es una gran distracción que no deja concentrar. Cuando enciendo mi laptop, usualmente lo primero se abre es el TweetDeck donde tengo mis cuentas de Facebook, de Twitter y de Google Buzz sincronizadas. A continuación se abre la cuenta de Messenger donde puedo encontrar la lista de mis amigos y conocidos que estén también conectados. También echo una ojeada por el Skype para ver si la gente de la Universidad colocó algo interesante en las conversaciones que tenemos por este medio. Ya en el momento de ejecutar mi explorador de Internet, se abre el Google Chrome y me recuerda las páginas más visitadas. Está El Malpensante, The Pirate Bay, FayerWayer, Enter.Co, El Tiempo.com, Youtube y bueno, no niego que está Manhunt, BogotáGay y obviamente mí blog. Por ahí también hay varias etiquetas, pero son más de la Universidad y cosas del estilo, además del Angry Birds: ¡qué juego tan engomador! 

Vuelvo a retomar, andaba desviándome del tema; por suerte no puedo usar nada de lo descrito pues no hay conexión de banda ancha disponible.

A veces vivimos muy pendientes de cosas tan banales, que no nos permitimos tener un espacio propio de nosotros. Todo lo descrito gira en función del mundo ajeno: lo que piensan los demás, que les gusta, que hicieron, que comparten, que suben o bajan de la nube, y estamos nosotros pendientes de los demás, pero no de nosotros mismos.

¿No es acaso confortarte que una vez en vez de dedicarle tanto tiempo en ver que hacen los demás, lo dediquemos a nosotros?  Sin querer, nos acostumbramos a ello, somos tan mecánicos que no nos percatamos que se nos vuelve una rutina, algo del diario vivir: estar en función del mundo.

Dirían: “… pero es que somos sociales por naturaleza, es una constante interacción con la sociedad, con la gente, con todas las personas…”. Eso no lo niego, pero tampoco significa que siempre debemos estar online. Incluso ahora con las campañas que se promueven para evitar el calentamiento global, el desconectarse es una opción para ayuda no solamente del ambiente, sino de nosotros mismos. Pocos podrían percatarse del impacto a tras fondo del asunto: no solamente es combatir un mal que le hacemos a la tierra, es cambiar poco a poco nuestra cultura “cibernética” a una cultura más en contacto con la esencia de las cosas.

Es increíble si me pongo a pensar, ahora que no trabajo y con algo de tiempo de más, cuanto tiempo le invierto a estar “conectado”, pues la verdad es mucho tiempo. Usualmente mis tiempos de trabajo se concentran en horas de la noche. No es sorprendente ver que yo llegué de la facultad para sentarme por unas buenas horas a trabajar en el computador, apenas si ceno algo y sigo hasta unas buenas horas de la madrugada. Pero es algo que se me volvió costumbre, porque de seguro podría trabajar sin problemas en horas de la mañana y la noche se la dedico exclusivamente a descansar. Mi amigo que tengo al lado ya me dijo que tengo que comenzar a cambiar mis hábitos a los horarios de una persona decente. Es la verdad.

Bueno, ya van a ser las 7 PM, ahora está sonando Gymnopédies, Lent et douloureux – Erik Satie. Ya comienza a hacerse oscuro y me da pena dejar a mi amigo tan solo, además que muy amablemente me invitó a este espacio a descansar. Será desconectarme por hoy.

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