Últimamente no he hecho otra cosa
a medida que distingo nuevos perfiles en línea desde las diferentes opciones
que se ofrecen en el actual boom de
redes sociales, es la de tratar de descifrar algún tipo de código o patrón que
me permita entender lo que dicen y escriben las personas ahí versus lo que
realmente hacen en su vida real.
Tras volver a los espacios de puteo socialización que existen por la Internet, recordaba cómo es volver al
ruedo y tener que encontrarse con el a veces simple -pero complejo- asunto de
tratar de interactuar con los internautas sin salir despellejado y odiado al no
poder complacer satisfactoriamente las necesidades de la gran mayoría que hay
ahí, o cargado en hombros si lo que dijiste e hiciste justo dio en el clavo del
otro (literal).
Me puse a revisar la mayoría de
interacciones que tuve en estos días, así a simple vista y a vuelo de pájaro y
considere que este tipo de "cortejo" virtual sigue sistemáticamente
unos pasos, a saber:
1. El más común y más evidente es
la típica entrevista "laboral" a la que todos nos sometemos cuando
empezamos a chatear con alguien. Me parece cómico y lo asocio a una entrevista,
pues cuenta con los ingredientes propios de una reunión de esa índole: una hoja
de vida (llámese perfil) que reúne en resumen algunos elementos propios de
quien se va a someter al proceso; una foto principal, edad, características
importantes a considerar (estatura, peso, complexión, color de ojos y de
cabello, situación sentimental...), el rol (importante), a veces también considera
el trabajo que tienes, sitio de vivienda, disponibilidad, idiomas, entre otros
que varían de acuerdo a la página donde se consigna la información. Yo creo que
los que han tenido una entrevista de trabajo, saben a qué me refiero con tratar
de tener un perfil actualizado con el fin de poder ser más llamativo y así
poder lograr tener el "empleo de ensueño", o de lo contrario
tristemente no será considerado para el cargo.
2. Ya superada esa primera (y
casi importante) etapa de preguntas filtro, estamos en esa bifurcación que
decide si el perfil interesa y sigue el proceso o se queda hasta ahí por no
cumplir todos los requisitos. De acuerdo a la necesidad, varían las
entrevistas, pero todas llegan acá; una afirmativa a la pregunta "¿Tienes Whastapp?" es un sí rotundo a una oportunidad de seguir con el proceso de selección (nótese
la emoción cuando te llega el número telefónico y que sea real, claro está).
3. En una charla más privada, se
explica con más detalle el motivo de lo que se quiere lograr acá. A veces
pensando que lo mejor está por venir, puede que suceda algo milagroso y puede
que se cumpla donde se digan cosas agradables y donde se empiece a conocer a
una persona que pasó de ser un entrevistado a alguien más agradable. A veces la
sorpresa es grata, porque en efecto logramos traspasar la barrera del cliché y
llegamos a conocer alguien sumamente interesante… ¡Casi un sueño!
4. La decepción llega a medida
que lo que uno creía que podía ser algo especial, tal vez cae en el círculo
vicioso de preguntas tontas y de historias de fantasía que pretenden alimentar
una convicción casi floja de lo que desean. Es cómico ver que todos buscan
amor, príncipes azules, historias de Disney con finales felices, incluso,
también está los casos de buscar sexo, “quien me clave rico hoy”, pero la
verdad ni para eso a veces logramos llegar a ser convincentes. Qué necesidad
tenemos de inventar y de tratar de recrear pasajes interesantes si el final
será tétrico y patético, porque así somos y tenemos que disfrazar las intenciones
con lindos eufemismos.
5. Y así, tras tener una incómoda
charla que duró lo necesario, vuelve a quedar en silencio el espacio virtual
donde empezamos a conversar. Muchas personas se quedan ahí, a veces no necesito
que pasen del perfil porque es evidente que lo que buscan es algo tan grotesco
como las fotos que los acompaña. Al final, pensé que el error está en buscar
algo que puede que simplemente, por acción espontánea, pueda llegar a surgir.
Nos entregamos al tiempo y al
ocio de dedicarnos a gastar parte de nuestros minutos en personas que nos
parecían agradables y que al final se limitan en quedar como simples perfiles
que tal vez ni si quieran puedan ser reales. Pero qué más da, si al final de
cuentas la libertad de las redes no propone reglas estrictas sobre cómo deben
ser las dinámicas sociales. No necesito ver la gran cantidad de charlas –sin alardear-
que tuve para ver el mismo patrón: preguntas, whatsapp, emoción inicial, decepción evidente, final.
Sin embargo, como todo no puede
ser decepcionante, puedo alardear que de toda esa cantidad son muy pocos los
que realmente te sorprenden. Tal vez de momento no hay mucho que decir, el
inicio es más que un paso para muchas cosas que pueden pasar en el camino. Sin
embargo, es agradable creer que aunque existen distancias, o charlas cortas,
hay personas que te sorprenden. No se necesita ser un genio –tal vez un
ingeniero jeje- para lograr captar la atención de una forma diferente a las
demás. O a veces no necesitas estar acá al lado, para demostrar desde la
distancia que lo diferente puede ser lo único interesante, que no necesitas de
fotos raras, de comentarios soeces, de ideas trilladas, para sentir que es algo
especial.
De momento me siento tranquilo,
con la oportunidad de poder creer que hay gente diferente allá. No significa
que sea algo pasajero, o que tenga que ser eterno, pero la diferencia vale la
pena rescatarla.
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